EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE. CAPÍTULO 5. RESUMEN.
Edgardo Rafael Malaspina Guerra.
CAPÍTULO
5
1
Lo
que vio Buda fue que la ignorancia de nuestra verdadera naturaleza es la raíz
de todos los tormentos del Samsara, y que la raíz de la propia ignorancia es la
tendencia habitual de nuestra mente a la distracción. Poner fin a la
distracción de la mente equivaldría a poner fin al mismo Samsara, y para ello,
comprendió, la clave estaba en llevar la mente a casa, a su verdadera naturaleza,
mediante la práctica de la meditación.
2
Aprender
a meditar es el mayor regalo que puede usted hacerse en esta vida, ya que es
sólo por medio de la meditación como puede emprender el viaje para descubrir su
auténtica
naturaleza
y encontrar así la estabilidad y la confianza que necesitará para vivir, y
morir, bien. La meditación es el camino a la Iluminación.
3
Generalmente
desperdiciamos nuestra vida, distraídos de nuestra verdadera identidad en una
actividad incesante; la meditación, por su parte, es el camino que nos devuelve
a nosotros
mismos,
donde podemos experimentar y saborear realmente nuestro ser completo, más allá
de todas nuestros comportamientos habituales.
4
La
meditación consiste en llevar la mente de vuelta a casa, y esto se consigue en
primer lugar por la práctica de la presencia mental o atención.
5
Cuando
enseño meditación suelo comenzar diciendo: «Lleva la mente a casa. Suelta. Y
relájate». Toda la práctica de la meditación puede resumirse en estos tres
puntos básicos: llevar la mente a casa, aflojar o soltar y relajarse.
6
Sentado
en silencio, el cuerpo quieto, la boca callada, la mente en paz, deje ir y
venir sus pensamientos y emociones, todo lo que surja, sin aferrarse a nada.
7
A
veces se piensa que cuando uno medita no tendría que tener pensamientos ni
emociones en absoluto, y al verlos surgir la persona se preocupa y se irrita
consigo misma y cree que ha
fracasado.
Nada más lejos de la verdad.
8
¡Cinco
minutos de práctica atenta son mucho más valiosos que veinte minutos
de
dormitar!
9
Me
gusta aquel relato zen en que el discípulo le pregunta al maestro:
—Maestro,
¿cómo se lleva la iluminación a la acción? ¿Cómo se practica en la vida
cotidiana?
—Comiendo
y durmiendo —responde el maestro.
—Pero,
maestro, todo el mundo come y todo el mundo duerme.
—Pero
no todos comen cuando comen ni todos duermen cuando duermen.
10
Todo
puede utilizarse como una invitación a la meditación: una sonrisa, una cara en
el metro, la imagen de una pequeña flor que crece en una grieta de la acera, un
hermoso corte de tela en el escaparate de una tienda, el modo en que el Sol ilumina
las macetas de un alféizar. Esté atento a cualquier signo de belleza y gracia.
Ofrezca todas las alegrías, esté despierto en todo momento a «las noticias que
siempre llegan del silencio».
11
¿Quién
es un gran practicante espiritual? Una persona que vive siempre en presencia de
su verdadero ser, una persona que ha encontrado y que utiliza constantemente
los manantiales y fuentes de la profunda inspiración.
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