CAPÍTULO
12
(Lectura
para médicos)
La
compasión.
Resumen.
Edgardo Rafael Malaspina Guerra
1
Atender
a un moribundo nos vuelve dolorosamente conscientes de la mortalidad, no sólo
del enfermo, sino también de la nuestra.
2
Santo
Tomás Moro, me han dicho, escribió estas palabras justo antes de ser
decapitado: «Estamos todos en el mismo carro, yendo a la ejecución; ¿cómo puedo
odiar a nadie ni desear mal a nadie?».
3
¿Qué
es la compasión? No es solamente una sensación de lástima o interés por la
persona que sufre, ni es solamente un afecto sincero hacia la persona que
tenemos delante, ni sólo un claro reconocimiento de sus necesidades y su dolor;
es también la determinación sostenida y práctica de hacer todo lo que sea
posible y necesario para contribuir a aliviar su sufrimiento-
4
El
poder de la compasión no tiene límites.
5
De
todas las prácticas que conozco, la práctica de Tonglen, que en tibetano
significa «dar y recibir», es una de las más útiles y poderosas. Cuando uno se
siente encerrado en sí mismo, Tonglen le abre a la verdad del
sufrimiento de los demás; cuando tiene el corazón bloqueado, destruye las
fuerzas que lo obstruyen, y cuando se siente ajeno a la persona que padece, o
que está resentida o desesperada, lo ayuda a encontrar dentro de sí mismo, y
luego a irradiar, el amoroso y expansivo resplandor de su verdadera naturaleza.
No conozco ninguna otra práctica tan eficaz para destruir el apego y mimo a sí
mismo del yo y su ensimismamiento, que es la causa de todo nuestro sufrimiento
y raíz de toda la dureza de corazón.
6
Cuando
nos parece que no hay suficiente amor en nosotros, existe un método para
descubrirlo e invocarlo. Vuelva atrás mentalmente y recree, visualice casi, un
amor que alguien le dio y que lo conmovió de verdad, quizás en la infancia.
Tradicionalmente se le enseñaría a pensar en su madre y en su devoción de toda
la vida hacia usted.
7
Una
manera poderosa de evocar la compasión, como ya lo he expuesto en el capítulo
anterior, es pensar que los demás son exactamente iguales a uno. «Después de
todo», explica el Dalai Lama, «todos los seres humanos somos iguales: hechos de
carne, huesos y sangre humanos. Todos queremos felicidad y queremos evitar el
sufrimiento. Además, todos tenemos el mismo derecho a ser felices. En otras
palabras, es importante cobrar conciencia de nuestra igualdad en tanto que
seres humanos.»
8
La
compasión es la joya que concede los deseos, y su luz de curación se extiende
en todas direcciones.
9
Dice
Shantideva: Quien desee obtener rápidamente protección para sí mismo y los
demás debe practicar este secreto sagrado: intercambiarse uno mismo por los
demás.
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